Según los datos, durante el año 2020 ya un 30% de los contratos de arrendamiento firmados incluyeron un seguro de impago.
Hay que recalcar que los efectos del Covid-19 en nuestra economía y en los ingresos de los particulares ha repercutido en la confianza de los arrendadores a la hora de alquilar sus inmuebles, por el hecho de que los daños sufridos en muchas economías familiares les han impedido cumplir con sus pagos correspondientes.
Como solución a esta incertidumbre se ha disparado la contratación de los seguros de impago.
Este tipo de seguros relativamente nuevos en el ámbito arrendaticio ya había experimentado un notable crecimiento desde el 2019 (creciendo en este año su uso en un 35%), sin embargo su boom ha llegado de la mano de la pandemia como comentabamos anteriormente.
Sin duda, estos seguros son una alternativa perfecta para que el arrendador pueda contar con la certeza de que va a recibir su dinero.
¿Cuál es su funcionamiento?
El seguro de impago de alquiler cubre la renta que se acuerda en el momento de la firma por hasta 12 meses de impago. De esta forma, el arrendador se asegura su renta mensual y evita situaciones de morosidad por parte del inquilino.
Por otro lado, estos seguros no se limitan solo a cubrir los impagos de la renta de alquiler, sino que también se encargan de garantizar el cubrimiento de daños o robos sucedidos durante la estancia del inquilino, razones por las cuales en muchas ocasiones surgen conflictos entre arrendador y arrendatario.
Estos seguros son beneficiosos incluso para el inquilino, que contará con el alivio de no sentirse en situaciones excesivamente desagradables con el propietario en el caso de no poder realizar algún pago, como ser desahuciado o entrar en la lista de morosos.
En definitiva, los seguros de impago son una herramienta muy útil, que genera una mayor seguridad en el arrendamiento y que es posible que en un futuro se convierta en condición necesaria a la hora de alquilar cualquier inmueble.